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jueves, 2 de septiembre de 2021

DESEOS Y REALIDADES SOBRE AFGANISTÁN.

 




Todos queremos salvar a todos los afganos/as que han colaborado con Occidente estos últimos 20 años porque es de ser humanos y bien agradecidos. Pero el deseo es infinito y la realidad política, económica y social son limitadas. Pero además el problema-solución no debe verse en clave nacional, sino a nivel de la Unión Europea. Por supuesto que el gobierno español intentará influir en el resultado final frente a otros gobiernos nacionales de la Unión con políticas diferentes u opuestas sobre la ayuda humanitaria y acogida de refugiados. Pero al final la ayuda española será la que apruebe el Consejo Europeo y dicte la Comisión Europea, y aquí entran las políticas de los 27 estados socios.

 

Si fuese por las ong´s, la UE debería acoger a todos los refugiados y pobres del mundo. Claro, sus dirigentes, que no los voluntarios y cooperantes, administran sus organizaciones como si fuesen empresas, es decir, con sus ingresos, sus gastos y sus beneficios. Los ingresos son proporcionales a los necesitados atendidos, cuantos más, mejor. Y los beneficios, que no son monetarios, son clientelares y ocupacionales, sirven para afianzar la organización con profesionales adeptos e incondicionales al movimiento.

 

Si fuese por una cierta clase acomodada europea pertenecientes a movimientos múltiples, y organizados al amparo de los presupuestos públicos, también habría barra libre para todos: fuera fronteras y fuera gastos militares. Es igual que una competición, a ver quién da más. El dinero cae del cielo y aquí hay sitio para todos. La perfecta definición del mal comunista, repartir el dinero de los demás y guardarse el suyo. En el otro extremo político están las organizaciones empresariales, temibles lobbies para los gobiernos. Estos también quieren barra libre para desregular el mercado laboral, bajar salarios y aumentar beneficios.

 

Si fuese por los partidos políticos de ultraderecha europeos, esos que gobiernan algunos estados de la UE o están en la oposición en otros, no habría que dejar entrar a ninguno. Menudo ejemplo de agradecimiento a los que se han jugado la vida al lado de Occidente. Pero habrá que tenerlos en cuenta porque estos partidos se nutren con los votos de los ciudadanos más precarios de la sociedad europea, y que cada día son más. Estos ciudadanos en paro, o con salarios y pensiones de subsistencia se sienten abandonados de los organismos públicos, y no entienden que se gaste el dinero público con “extranjeros”, cuando ellos son los grandes olvidados de esta sociedad de consumo de la UE. Con este discurso de la ultraderecha y esta percepción-realidad de las clases desfavorecidas, qué fácil es acaparar votos y engordar la ultraderecha, con el consiguiente peligro para la democracia. Por tanto, habrá que buscar un punto intermedio que garantice la cohesión de la UE y nuestro sistema político democrático.

 

La Unión Europea existe porque hay un equilibrio de intereses de todos sus estados miembros. Y cuando ese equilibrio se altera, incluso sin llegar a romper, la Unión puede sumas o restar socios. El último ejemplo lo tenemos con la salida del Reino Unido a final de 2020. Por tanto, el problema afgano ha de resolverse sin socavar la UE. Porque, hasta ahora, la mayoría de los españoles y europeos queremos seguir en la Unión. No debemos olvidar que los países integrantes de la UE nunca han disfrutado de un período tan largo de paz.

 

La acogida de los afganos/as colaboradores de Occidente es una prioridad incuestionable, pero la UE debe salir y explicar la situación de extrema gravedad y no dejar que el discurso de la ultraderecha se expande y gane adeptos. Claro que para ello debería tener una política definida sobre los refugiados a nivel global. Esto ha sido una repetición de lo ocurrido en Irak, Libia, Siria, Yemen, y otros países. Estados Unidos invade o provoca el derrumbe del régimen político por intereses económicos o geopolíticos y la Unión Europea debe asumir los daños colaterales. En contrapartida el ejército USA, que es el ejército del Imperio, garantiza la supremacía del actual sistema político-económico global. Nadie sabe dónde está la reserva de oro de Libia, que era la mayor del mundo, y quién comercializa su petróleo, ni quiénes se beneficiarán del gas sirio, nadie se pregunta quienes son los que venden y compran el opio afgano, quienes venden las armas a los gobiernos amigos y también a los enemigos...

 

Es hora de un nuevo Tratado de la UE, o verdadera Constitución Europea, que defina una política exterior propia, claro que para ello se impone tener un ejército propio, con el gasto económico que ello conlleva, y la incertidumbre de una nueva relación de fuerza global que rompería el actual equilibrio global.

 

Fdo.: Luis Perant Fernández

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