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jueves, 15 de junio de 2023

CLASE MEDIA Y DERECHA EXTREMA.

 



En nuestro sistema político, todas las clases sociales se organizan para influir y conseguir el control, la gestión y el gobierno del Estado, a través de los partidos políticos. También se dice que la clase media es la que más contribuye con sus impuestos directos al mantenimiento del Estado de Derecho, Democrático y del Bienestar, y que sin clase media, el Estado que conocemos no existiría. Pues bien, si la actual clase media está viendo disminuir sus ingresos, su poder económico y político sobre el Estado también está disminuyendo.

 

Desde la aparición del Estado liberal occidental, una de las principales funciones de éste ha sido regular el mercado para que todos los ciudadanos puedan vender sus bienes, trabajo y capital, y comprar todas sus necesidades. El gobierno ideal consistía en equilibrar el mercado, es decir, que no hubiese sobrante ni escasez de producción y trabajo, y que hubiese suficiente ahorro para financiar los proyectos presentes y futuros en infraestructuras, industrialización y servicios públicos. Pero con la globalización de la producción y economía, todo se ha trastornado, el mercado ya no es nacional, también es global.

 

La mayor parte de la producción industrial y del capital vienen de fuera. Las multinacionales de la producción y del capital han comprado los negocios nacionales y son las que distribuyen sus productos y servicios en los mercados nacionales. Por supuesto que el desequilibrio de los mercados nacionales no les importa en absoluto, puesto que su único interés es rentabilizar sus inversiones e incrementar sus beneficios. Los negocios tradicionales de la pequeña burguesía local y de los profesionales independientes han sido devorados poco a poco por las empresas y franquicias globalizadas. La clase media contribuye menos al sustento del Estado, y por tanto su poder político sobre éste también es menor.

 

Esta nueva economía global obliga al Estado a reinventarse. La financiación del Estado está a cargo de las multinacionales financieras, con total protagonismo en la Unión Europea, y con sucursales en los paraísos fiscales. El trabajo y el capital de los mercados nacionales ya no son bienes preciados. La clase media ya no es imprescindible para alimentar y financiar al Estado. Priman los impuestos indirectos al consumo (IVA). Sólo se necesitan consumidores compulsivos que gasten hasta el último céntimo, pero a una velocidad frenética, para que una misma masa de dinero sirva para multitudes de intercambios. A mayor velocidad de circulación del dinero, mayor ingreso para los productores globalizados, pero también mayor ingreso para los Estados. Los puestos de trabajo destruidos y los negocios tradicionales desaparecidos sólo se pueden mitigar fomentando el autoempleo y ensalzando a los emprendedores en el sector servicios. Los beneficios empresariales se exportan y sólo quedan puestos de trabajo basura.

 

Esta colosal transformación se ha producido a los ojos de todas las clases sociales, pero ninguna ha reaccionado. La clase trabajadora está dispersa y desorganizada porque los centros de trabajo son cada vez más pequeños y escasos. La clase media tradicional de derechas, formada por los profesionales independientes y la burguesía de los negocios locales, ha sido engañada por sus partidos políticos de derechas. Esta derecha no para de lanzar siempre el mismo mensaje: “los culpables del empobrecimiento económico de la clase media son los gobiernos radicales, comunistas y bolivarianos”. La clase media está abandonada a su suerte, crece con los nuevos autónomos pero al disminuir su volumen de negocio, disminuye su poder económico y político.

 

En realidad, la clase alta española, y de Occidente en general, ha externalizado la producción, ha vendido y desregulado los mercados nacionales en beneficio de las multinacionales, e invierte su capital en la economía globalizada. La clase alta seguirá financiando sus partidos políticos de derechas para aglutinar el voto de la tradicional clase media y para captar los votos de la clase trabajadora empobrecida y descontenta. El objetivo es recuperar el Gobierno de España para que el Grupo Popular Europeo mantenga y fortalezca el gobierno en las Instituciones de la Unión Europea, que son las que imponen las actuales políticas económicas neoliberales a todos los Estados miembros.

 

Fdo.: Luis Perant Fernández

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