Si algo ha quedado claro en estas elecciones regionales y municipales 2011, es que el Partido Popular ha ganado y el Partido Socialista ha perdido. Si hacemos un esfuerzo de abstracción, simplificamos al máximo y admitimos que la mayoría de los españoles son proletarios, que el PP es de Derechas y que el Psoe de Izquierdas, pues entonces deducimos que ha habido un flujo de votos antinatural. Si el PP lo hubiese hecho bien, seguro que hubiese arrasado aun más, porque el Psoe peor, imposible.
Para que se produzca un flujo de un punto a otro, es necesario que se conjuguen dos fuerzas, una que atraiga y otra que expulse. La fuerza atrayente poco se ha esforzado, toda la campaña la ha centrado en culpar a Zapatero de todo los males de este país, en no ofrecer programa alternativo de futuro y en esconder sus vergüenzas, o sea los casos de corrupción en los cuales, presuntamente está implicada. Entonces, la fuerza que ha expulsado ha sido enorme.
Y es aquí donde los socialistas han fallado o se han forzado. Los dirigentes locales, regionales y nacionales sabían que este desastre se produciría, y lo consintieron porque nadie se atrevió a levantar la voz contra el Presidente. Quién hubiese disentido, caía en desgracia y salía de la lista o de cualquier cargo, y por desgracia primó el interés personal. Lo más grave es, que los que han contribuido a esta situación, son los que ahora están encargados de regenerar el partido porque con su silencio se han mantenido en el poder (¿?). Quieren remediar todos los males olvidando el pasado y poniendo algunas caras nuevas. Para recuperar la confianza de los ciudadanos es necesario entonar el “mea culpa” y subsanar los errores cometidos.
Por supuesto que el culpable de este desastre ha sido Zapatero, pero la solución no está en cambiarlo y dejar que el siguiente cometa el mismo error. El Secretario General y Presidente no es dueño y señor del partido ni del Gobierno, tiene que estar obligado por las resoluciones del Congreso del partido y por el programa electoral. A mitad de legislatura, el Gobierno de España no puede aparcar el programa electoral y aplicar las políticas restrictivas impuestas por “no sé quién” que algunos, para dar nombre, llaman “mercados”. Ese cambio de rumbo de 180º tiene que ser valorado, debidamente explicado y sometido a referéndum. De lo contrario, los ciudadanos se sienten engañados y no entienden que su partido, u opción política, aplique políticas de “derechas”. El partido pierde la confianza de los ciudadanos y, como no puede ser de otra forma, pues pierde cualquier proceso electoral. Por supuesto que esta medida no es suficiente.
Hay que terminar con ciertos privilegios de los políticos que han detentado cargos públicos. Y me explico. Los políticos que cesan en los cargos públicos, además de cobrar sustanciosas pensiones, se colocan en Empresas multinacionales con sueldos altos. En realidad cobran por sus contactos y por su conocimiento de lo público. Es como un pillaje de lo público para beneficio privado y encima, sigue cobrando del Estado. Pero no es todo, el político de turno antes de dejar su cargo, puede sentir la necesidad de asegurar su futuro y desviarse de su vocación de servir el interés general de la sociedad. Ciertas tentaciones sólo se evitan con leyes claras y contundentes.
Fdo: Luis Perant Fernández