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sábado, 25 de junio de 2011
MÁS QUE INDIGNADO.
Qué políticos más incompetentes tenemos. Todos, sean del partido que sean, tienen remedios infalibles para salir de la crisis, recortes y más recortes del gasto, sea social, de sanidad, de educación, de administración o de infraestructuras. Lo más cómico es que son los mismos políticos, los que predican la austeridad y los que gobernaron en época del despilfarro. Esta clase política se ha desprestigiado ella sola, sólo se dedica a llevar a cabo las políticas impuestas desde arriba. En ningún partido hay debate político sobre la actual crisis, y aun menos cómo salir de ella. Nadie se atreve a opinar, la única parcela de actuación para unos es la lucha interna para acaparar poder y, para otros, el saqueo de las arcas públicas.
Es cierto que cualquier partido político pretende alcanzar el poder para implantar su programa y gobernar toda la sociedad, que por supuesto está determinado por su ideología y por el momento histórico. Pero actualmente todos los ciudadanos están desconcertados por la incongruencia de los partidos clásicos, la izquierda lleva a cabo las reformas laborales a la baja y la derecha desatiende las necesidades de financiación de la pequeña y mediana empresa. Todos se han puesto de acuerdo en favorecer a las multinacionales financieras. Todos asumen que el poder político de los Gobiernos nacionales sobre los Bancos centrales nacionales, ahora lo ejerzan los “mercados” de capital privado. Antes del Euro, los Gobiernos nacionales controlaban la cantidad de dinero en circulación para llevar a cabo sus políticas económicas, según sus previsiones futuras de tasa de crecimiento, de producción, consumo, ahorro, paro, inflación, política tributaria, redistribución, velocidad de circulación del dinero, etc.… Esta política monetaria la llevaba a cabo el Gobierno vendiendo dinero a los Bancos y Cajas a través de su Banco Central. Éstos, a su vez, lo prestaban a sus clientes para satisfacer sus necesidades de inversión y consumo. Pues bien, ahora el rol de los Gobiernos nacionales no lo asume la Comisión Europea y el rol de los Bancos Centrales nacionales tampoco lo asume el Banco Central Europeo. Los Bancos privados y las Cajas de Ahorro, si además de los fondos de sus clientes necesitan más capital, pues tienen que acudir a esos “mercados” privados que imponen sus normas y condiciones sin ninguna competencia. Pero aun es más grave que los Estados y sus Administraciones Públicas también tienen que suplicar financiación a esos “mercados” privados para mantener un estado de bienestar en decadencia. A cambio, los dueños de esos “mercados”, las multinacionales financieras, chantajean a los Estados para que lleven a cabo las reformas sociales, políticas y económicas que benefician sus intereses productivos y comerciales. Este cambio en la política económica europea ha vaciado de contenido político al Banco Central Europeo y, posiblemente, sea la causa del nuevo rumbo del estado de bienestar. Aparentemente, estos holdings imponen las reglas de juego para relanzar la economía, pero en realidad están estableciendo nuevos repartos de la riqueza a nivel global, que por supuesto, son más desiguales. Mientras tanto, los partidos políticos europeos son cómplices de esta usurpación de soberanía política, más bien han sido absorbidos por los holdings financieros. Don Dinero compra voluntades, gana elecciones, rentabiliza negocios y asegura futuros colectivos e individuales.
Podría terminar este artículo elogiando las manifestaciones de los indignados del 15-M contra el sistema, pero no lo haré. No dudo en cuanto a la indignación individual y sincera de los manifestantes, pero soy escéptico en cuanto a la capacidad de organización espontánea de las masas, sobre todo en movimientos sociales de esta magnitud tan mediática a nivel internacional. Más bien, soy partidario de tener en cuenta algunos estudios sobre Historia clásica que dicen, que ya en sociedades antiguas, los dueños de los medios de producción eran los mismos que recolectaban impuestos, almacenaban los excedentes, controlaban la distribución, el comercio y la religión, y ejercían el poder político. Todo esto nos puede inducir a pensar que la organización política se ha sofisticado porque se ha globalizado, pero en realidad nada ha cambiado, sigue en manos de los propietarios de los medios de producción, aunque ahora también globalizados.