En España, al igual que en los demás Estados
de la Unión Europea, hemos votado recientemente para elegir el Parlamento
Europeo. Como de costumbre, la participación ha sido baja. La causa siempre es
la misma: la ciudadanía no es consciente de que muchas políticas de la UE nos
gobiernan en exclusividad. Y si es conocedora, sabe que el Parlamento Europeo
no influye en la agenda política europea, y por tanto, su poder legislativo es
limitado y su poder político es nulo.
En un sistema político democrático, los
partidos políticos se presentan a las elecciones legislativas con su programa
de gobierno para toda la nación, y si es ganador forma gobierno, empieza a
legislar y gobernar. Los ciudadanos acuden a las urnas sabiendo lo que está en
juego. Pues en la Unión Europea no, su sistema político no es democrático, es
complejo y diferente a cualquier otro sistema conocido. La consecuencia es que
desde principio del milenio, las políticas de la UE son ultraconservadoras, no
ha habido competencia ni alternancia. Todas las acciones de gobierno de la
Comisión Europea se han dirigido a fortalecer el Mercado Único y la Política Monetaria
Común, aun a costa de endeudarse. Los grandes protagonistas y ganadores son los
grupos de interés con predominio de las multinacionales de las finanzas, de la
producción y del consumo. La Europa social brilla por su ausencia. Las
políticas progresistas están vetadas. Y no es cuestión de derecha o izquierda. Por
muy paradojo que pueda parecer, la clase media, la de las profesiones independientes,
la pequeña burguesía local de los negocios tradicionales, pequeños y medianos
empresarios, las clases acomodadas europeas también pierden estatus social y
poder económico con las políticas conservadoras de la UE. Este panorama explica
el auge de los partidos de extrema derecha en toda Europa.
No debemos olvidar que en las décadas de
los años 20 y 30 del siglo pasado, la mayoría de las naciones europeas tuvimos
gobiernos fascistas. En política está comprobado que el fascismo aparece cuando
las clases acomodadas ven peligrar sus privilegios y se alían con el ejército.
Por una parte, los vencedores de la Primera Guerra Mundial impusieron a los
vencidos unas reparaciones de guerra imposible de pagar. Por otra parte, la
Revolución bolchevique creó pánico en las clases tradicionales europeas. Y es
lo que originó el auge y llegada al poder del fascismo en la Europa del S.XX. Los
partidos políticos de extrema derecha concurrieron en los sistemas democráticos
para llegar al poder, y una vez en el gobierno finiquitaron la democracia para
restablecer sus privilegios, poder social, económico y político. De esta
metamorfosis nacieron los gobiernos fascistas. El auge del fascismo europeo
empezó después de la Primera Guerra Mundial, cuando Alemania dejó de pagar su
deuda, y sucumbió con su derrota militar en la Segunda Guerra Mundial.
El mismo proceso se ha iniciado en los Estados
de la Unión Europea, aunque ahora los motivos son diferentes. Los protagonistas
económicos son las multinacionales, se han adueñado de todos los mercados, los
productivos, los de consumo y los financieros, y condicionan el gasto e
inversiones públicas. El Mercado Único, la Política Monetaria y otras muchas
competencias se regulan y se deciden en Bruselas. Y en Bruselas están
instaladas desde los años 50 del siglo pasado todas las multinacionales, y como
el Sistema Político de la UE concede demasiado protagonismo a los grupos de
interés, pues estos lobbies son los agentes privilegiados de las políticas de
la UE. Y como los gobiernos nacionales continúan cediendo competencias a las
Instituciones de la UE, pues la burguesía tradicional europea no cesa de perder
poder social, económico y político. Esto explica el auge de la ultraderecha en
todos los Estados de la UE para recuperar sus privilegios. Su propaganda
mediática populista sólo es para captar votos y conseguir el poder absoluto.
Lo que desconocemos es la hoja de ruta
de estos partidos de extrema derecha. No sabemos si quieren llegar al poder en
sus respectivos Estados para abandonar la UE, o pretenden ser mayoría en las
Instituciones de la UE para imponer sus políticas y dirigir los negocios de las
multinacionales. Aunque son dos opciones diferentes, el problema es el mismo:
la deuda mancomunada de la UE. Las deudas siempre se pagan aunque cuesten guerras.
La UE está endeudada precisamente con las multinacionales financieras, esas que
asesoran y financian las políticas de la UE, pero también esas que dirigen las
economías y políticas globalizadas, y por tanto disponen de muchos medios
coercitivos. En Geopolítica el mundo se está dividiendo en dos bloques, y
tampoco sabemos en qué bando quiere situarse la extrema derecha europea.
Fdo.: Luis Perant Fernández