jueves, 23 de agosto de 2018
PULSO INDEPENDENTISTA.
La
propia Constitución prevé los mecanismos para su reforma porque ninguna Ley
puede ser eterna, ya que las sociedades son dinámicas y el mundo cambiante. La
Constitución y la Sociedad deben caminar a la par para garantizar el progreso
de los ciudadanos en este mundo globalizado. Claro está que ciertos aspectos de
la Constitución deben cambiarse por mayorías cualificadas para que el Estado y
los ciudadanos estén protegidos de las opciones políticas totalitarias y
populistas disfrazadas de democráticas.
Nos
guste o no, todos debemos defender y cumplir la Constitución. Y defender la
Constitución no es salir ahora con la bandera y culpar a unos, y endemoniar a
otros. La Constitución se defiende todos los días, se tenía que haber defendido
desde el primer día. Desde el principio, todos los Gobiernos de España han
pactado con los nacionalismos periféricos para conseguir mayorías
parlamentarias y mangonear los presupuestos del Estado, todos han engordado el
bicho cediendo a los chantajes, todos han transferido competencias peligrosas
para la unidad del Estado. Las Autonomías españolas han acumulado competencias
exclusivas impensables para el resto de los Estados Federales del mundo
occidental. ¿Quiénes son los responsables de la situación actual?
La
mayoría de los ciudadanos desea una solución pacífica a este desafío
independentista, pero si no damos una solución equilibrada para todos los
ciudadanos, para todas las capas sociales, para todas las sensibilidades
políticas, estaremos condenados a repetir el mismo escenario otra vez en
Cataluña o en cualquier otro rincón de España. La solución no debe consistir en
un parche para contentar a una porción de la soberanía popular y huir temporalmente
de la situación actual. La solución ha de ser una revisión integral de la
Constitución de 1978, que ya cumplió con su función conciliadora y de transición
de la dictadura hacia la democracia, pero que tenemos que adaptarla al mundo
globalizado del S.XXI.
Podría
ser que las clases tradicionalistas españolas de derecha prefieran lidiar con
los nacionalistas excluyentes antes que aventurarse al advenimiento de una
Constitución Republicana de España. Podría ser que los independentistas
prefieran cualquier escenario político-económico inestable y ruinoso antes que
compartir con los españoles la mejor de las Constituciones monárquicas o
republicanas. También podría ser que la izquierda española sea más populista
que de izquierda, más nacionalista que universalista, más oportunista que
resolutiva. Probablemente, el actual escenario político español sea la suma de
todo lo anterior, porque todos los españoles somos extremistas, tanto los de
derechas como los de izquierdas, y también los nacionalistas excluyentes
independentistas.
Fdo.:
Luis Perant Fernández