Ya estamos en
campaña electoral, ha llegado el momento de las promesas. Todos los partidos
compiten por el voto de los ciudadanos ofreciendo el oro y el moro. Guste o no,
éstas son las reglas de juego democrático, unos pueden prometer y otros son
libres de elegir. El problema surge cuando la oferta es consensuada, entonces,
ese “mercado” supuestamente libre es alterado, y por ende, la elección es
condicionada. De ningún modo quiero decir que haya un cártel de oferta mafioso.
A veces el poder puede ser tan sutil que todas sus piezas encajan a la
perfección por arte de magia. Para despejar mis sospechas tengo que echar mano de
alguna elucubración.
Vamos a
simplificar el sistema político democrático para despejar las dudas. El partido
político ganador en las elecciones generales gobierna durante 4 años. Si al
final de ese mandato los ciudadanos quedan contentos con su gestión, pues
volverán a votarle. Si los ciudadanos quedan insatisfechos, pues votarán al
partido de la oposición. Este juego es simple y claro para el ciudadano que
puede sentirse engañado por promesas electorales incumplidas. Es cierto que
todo sistema electoral premia más a una opción política que a otras, y nuestro
sistema electoral también es interesado. Pero no voy a seguir por ese camino, porque
creo que hay algo más.
El partido
ganador gobierna las Instituciones del Estado y administra la mayor empresa del
país, es el agente económico que más dinero ingresa y el que más gasta. Por
tanto, los agentes económicos privados nacionales y transnacionales, los
llamados “Lobbies”, saben que es fundamental estar cerca del poder político
para garantizar el futuro de sus empresas. El volumen de negocio de muchas de
esas multinacionales es mayor que el PIB de muchos Estados. Es fácil de
comprender que esos poderosos holdings no se aventuren a que algún partido
ponga en peligro sus negocios. Por tanto, si un partido de gobierno ha
legislado a favor de la “causa” y ya no tiene la confianza de los votantes, el
poder económico debe asegurarse de que el partido de la oposición llamado a
gobernar no destruya “lo edificado”. Hay varias fórmulas para conseguirlo,
desde minar los partidos desde dentro para difuminar la dirección y la
ideología, hasta favorecer la proliferación de partidos nuevos para difuminar
la soberanía ciudadana. Esto último es lo que ha ocurrido en España.
Antes de
seguir, quiero dejar claro que los fundadores de las nuevas opciones políticas
son casi siempre honestos en sus ofertas políticas a los ciudadanos. Cosa
diferente son las facilidades y ayudas legales, logísticas, mediáticas y en
algunos casos, económicas, que facilitan la proliferación de asociaciones de
todo tipo. Los lobbies interesados en este planteamiento saben poner en
funcionamiento toda la maquinaria necesaria para conseguir sus fines, y además
sin parecerlo. La ingeniería electoral se pone en marcha para que el voto
descontento no dé la mayoría absoluta al partido de la oposición. A la par, se
desata una campaña mediática de desprestigio a los gobiernos con mayoría
absoluta y se mitifica a los gobiernos de coalición donde el “diálogo y
consenso” son virtudes. Para ello no se escatiman recursos, todo un ejército de
tertulianos y personajes afamados se encargan de endemoniar al bipartidismo y
difundir la similitud de un gobierno de mayoría absoluta democrático de 4 años
de duración con un gobierno dictatorial de 40 años.
Los votos de
centro-derecha que pierde el PP se canalizan hacia Ciudadanos. Los votos de
izquierda movilizados por los recortes sociales del PP se desvían hacia
Podemos. Y el principal partido de la oposición de esta legislatura que
termina, el Psoe, se queda sin mayoría absoluta para poder derogar la legislación
neoliberal del Partido Popular. Nunca habrá pleno consenso en la futura
coalición de gobierno, sea de dos o tres partidos, para reponer los servicios
públicos y sociales que el PP ha llevado a cabo con sus políticas de recortes.
Tan grave, o tal vez más, sea la falta de acuerdos sobre políticas concretas
que el gobierno de España debe plantear en el Consejo Europeo que es dónde
nacen las políticas que nos gobiernan y que descaradamente favorecen a los
Lobbies. La ingeniería electoral bien pagada funciona.
Este artículo
puede ser fruto de una elucubración, pero también puede ajustarse a algunas de
las Teorías políticas sobre el Poder. En España tenemos otro ejemplo que se
ajusta a esta Teoría. Hace 20 años, el “Poder” facilitó la proliferación de
sindicatos de trabajadores independientes con la finalidad de debilitar el
poder de convocatoria de CCOO y UGT. La campaña mediática desprestigiando a sus
dirigentes y ensalzando los derechos individuales fue brutal. En Política todo
es intencionado, nada es casual.
Fdo.: Luis Perant Fernández