SALUDOS DESDE ALICANTE PARA

LOS 500 MILLONES DE HISPANOS DE AMBOS EMISFERIOS.

VIVA LA HISPANIDAD.

TREN TURÍSTICO "LIMÓN EXPRÉS" ENTRE BENIDORM Y GATA DE GORGOS (ESPAÑA), Y TRISTEMENTE DESAPARECIDO EN 2005.
CONDUJE EL "LIMÓN EXPRÉS" MÁS DE 400 TRAYECTOS DE IDA Y VUELTA ENTRE 1983 Y 2005.
LA FOTOGRAFÍA ES DE VICENTE SERRAT, UN GRAN AMIGO FERROVIARIO.

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martes, 3 de febrero de 2015

RELIGIONES, CIVILIZACIONES Y ESTADOS.


          Muchas personas necesitan amparo espiritual ante las adversidades terrenales y apoyo en un ser divino que alivie sus penas. La religión es una necesidad más del ser humano. Igual que el agua calma la sed y la comida colma el hambre, la fe en Dios apacigua el miedo a la muerte y promete vida eterna. Y puesto que los hombres viven en sociedad para abastecer sus necesidades, las religiones también son bienes que el mercado debe abastecer, porque de lo contrario, mercenarios adoctrinarán en nombre de Dios, y al margen de la Ley.

Nuestro modelo de Estado de derecho y democrático occidental organiza la sociedad para que ésta pueda abastecer sus necesidades y desarrollar sus habilidades, y se ha configurado a lo largo de 2.500 años. Empieza en la Antigua Grecia con su filosofía y método científico, se mezcla con pueblos, razas, culturas y religiones diferentes con el Imperio Romano, unifica su religión al final del Imperio y principio del Medievo con la iglesia católica apostólica romana, asimila la libertad de religión después de millones de muertos en las guerras de religión europeas en los S.XVI y XVII, inicia el modo comercial y productivo capitalista con la nueva mentalidad protestante, separa la Iglesia y el Estado con las revoluciones liberales de los S.XVIII y XIX, conoce las dictaduras fascistas después de la Primera Guerra Mundial, y finalmente, aprende del fracaso del modelo liberal proteccionista y beligerante de los estados nacionales que provocó las dos Guerras Mundiales del S.XX, y, cede parte de su soberanía nacional en beneficio de organizaciones económicas y políticas supranacionales para garantizar la seguridad y la paz entre Estados. Todos estos acontecimientos históricos han configurado nuestra forma de pensar, de comunicar, de tolerar, de convivir, de organizar, de trabajar, de crear, en definitiva, lo que somos. Y por supuesto, otros devenires históricos seguirán modificando nuestra sociedad. Sólo la falta de un eslabón en esta cadena de acontecimientos, y Occidente sería diferente. Nuestra cultura asimila que el Estado es el único que ejerce la coacción y la fuerza, que la Justicia media y resuelve los conflictos y que la tolerancia hacia los demás beneficia la libertad individual.

Desde siempre ha habido intercambio cultural entre civilizaciones diferentes debido al comercio. Ese contacto modificaba y enriquecía a todos, el cambio era lento y natural. Pero, primero con el expolio de las materias primas y ahora con la globalización del capital y producción, los poderes económicos occidentales han alterado la permeabilidad natural entre civilizaciones, culturas y religiones. Pero como nuestra sociedad postindustrial occidental es incapaz de integrar a millones de nuevos ciudadanos inmigrantes, pues genera guetos de pobreza, y con la pasividad y abandono de los poderes públicos, genera focos de odio contra nuestro sistema. Además, a estas capas sociales externas se suman los trabajadores autóctonos excluidos por el modo de producción globalizado y la clase media que ve peligrar su bienestar, y entre todos forman un ejército de inadaptados e inconformistas que cuestionan el modelo occidental democrático. A este grave problema se suma otro no menos peligroso.

Los Estados también se estratifican en países ricos y países pobres, en países explotadores y países explotados. Estos bloques se agrupan y organizan para defender sus intereses económicos. En esta lucha por la supremacía mundial todo está permitido. Cuando a Occidente interesa, sabe torpedear palacios presidenciales, o armar una contra, o invadir, o devaluar monedas, o bloquear el comercio, o bloquear la venta de armas, o vender armas, o instalar dictadores, o instalar democracias sumisas. Los países perdedores coinciden en civilizaciones diferentes a la occidental. Todos radicalizan sus diferencias culturales y religiosas, unos como armas defensivas, y otros, como armas ofensivas. Estos países saben que no pueden desafiar a Occidente en una guerra convencional, pero sí en una guerrilla de desgaste y de terror en la población occidental. Muchos de estos países no conocen la separación Estado-Religión y administran la fe a sus súbditos como modo de aleccionar. Su mejor aliado es la población empobrecida y desarraigada de los suburbios occidentales, y de fácil adoctrinamiento de ideologías extremistas religiosas y nacionalistas.

            Esta guerra es una lucha económica de las élites, disfrazada de religión, intolerancia y racismo. Los paganos somos siempre los mismos, los ciudadanos de a pie de ambos bandos. Para superar esta etapa se impone añadir dos nuevos eslabones en nuestro ADN occidental: 1º.- Separación “Dueños del capital-Estado”. 2º.- Todas las religiones serán reguladas y administradas por el Estado, e impartidas por personal cualificado y autorizado. La religión que no se someta a la Ley será considerada secta, y por tanto ilegal. La única pretensión de este escrito es invitar a descubrir nuestros problemas para buscar soluciones.
           

Luis Perant Fernández