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LOS 500 MILLONES DE HISPANOS DE AMBOS EMISFERIOS.

VIVA LA HISPANIDAD.

TREN TURÍSTICO "LIMÓN EXPRÉS" ENTRE BENIDORM Y GATA DE GORGOS (ESPAÑA), Y TRISTEMENTE DESAPARECIDO EN 2005.
CONDUJE EL "LIMÓN EXPRÉS" MÁS DE 400 TRAYECTOS DE IDA Y VUELTA ENTRE 1983 Y 2005.
LA FOTOGRAFÍA ES DE VICENTE SERRAT, UN GRAN AMIGO FERROVIARIO.

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martes, 1 de abril de 2014

PRIMER CENTENARIO



El 28 de julio de 2014 es el primer centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial. No debe ser una celebración, sino una reflexión para conocer mejor el comportamiento humano y la organización política de la sociedad. Hasta entonces, las guerras entre países eran en el “campo de batalla”, alejadas de las ciudades. Las poblaciones "sólo" se veían saqueadas por los traslados inevitables de las tropas. El enfrentamiento era en campo abierto, o en el mar, y la guerra era considerada un “juego de estrategia”. La Primera Guerra Mundial significó una revolución en los conflictos bélicos, pero ese cambio se fraguó poco a poco.

Las ideas de la Ilustración legitimaron la sublevación de la burguesía de los negocios contra las monarquías autoritarias y sus clases privilegiadas. En sólo un siglo, el XIX, la burguesía dirigía la economía y la política de las naciones dominantes, y por ende, dirigía la revolución industrial y dominaba el rentable comercio mundial. La búsqueda de beneficios de la nueva clase gobernante marcó la política colonial de las grandes potencias, sus anexiones territoriales, los saqueos de las materias primas, sus alianzas, sus guerras… Pero también marcó el adiestramiento del pueblo llano para el apoyo incondicional al nuevo estado liberal beligerante. Las guerras coloniales se consideraron “humanitarias”, para civilizar a los indígenas. La dominación ya no era en nombre de Dios y del Rey, sino de la Nación y la Patria.

 La paz fue lo habitual mientras que las potencias coloniales dispusieron de suficientes territorios “salvajes” para su expansión. Los conflictos surgieron cuando naciones nuevas entraron en competición por las materias primas de los territorios “sin dueño” para sus industrias. Los enfrentamientos ya no fueron sólo entre antiguas y nuevas potencias coloniales, sino todas contra todas. Este estado de preguerra también se vio reforzado por el saqueo y desmantelamiento de antiguos Imperios que se negaban a abrir sus fronteras y sus economías al modelo liberal. Los intereses territoriales se extendían por todo el mundo y esto hacía que los intereses económicos y militares de las potencias coloniales estuviesen entrecruzados. Finalmente se formaron dos bandos irreconciliables con idénticos intereses en el mismo negocio. Y puesto que el negocio de la industria pesada se nutría básicamente del gasto de los Estados en artillería, tanques, aviones, acorazados, submarinos, armas químicas y demás artefactos, pues la guerra era vista como doblemente rentable: fabricar armamento y aniquilar la competencia. En el mundo de la diplomacia de estado y de las altas esferas burguesas, no sólo se sabía que la confrontación era inevitable, sino que los estados armaron deliberadamente sus ejércitos y adiestraron sus ciudadanos.

 En esa Europa liberal anterior a la guerra, las clases oprimidas se agrupaban en movimientos obreros y campesinos. Los socialistas eran los más influyentes y mejor organizados, en Europa formaron la II Internacional Socialista. Hasta el último momento, los socialistas europeos estaban convencidos de que los obreros no seguirían las consignas bélicas de los estados-nación burgueses, de que un trabajador no cogería las armas contra otro trabajador, de que el socialismo internacional estaría por encima de los intereses burgueses liberales. Claro está que se equivocaron. La II Internacional Socialista se hizo añicos porque la mayoría de los dirigentes socialistas europeos se alinearon con los intereses de sus estados-nación.

  Y ocurrió lo inevitable, empezó la mayor barbarie humana en este mundo civilizado, industrializado y culto de principio del S.XX. Desde su inicio se sabía que no sería una guerra convencional con una o varias batallas, con un vencedor y un derrotado, con un tratado de paz y con unas reparaciones de guerra. Además, los beligerantes eran de lo más variopinto: imperios, reinos absolutos y parlamentarios, repúblicas, metrópolis, colonias…  Los frentes se extendían por varios continentes y océanos, sin diferenciar entre campos y ciudades, o entre mares y puertos. Combatían los soldados de reemplazo y los voluntarios, que relegaron a los mercenarios, porque los gobiernos liberales se encargaron de adoctrinar a sus súbditos/ciudadanos con ideologías nacionalistas excluyentes. La guerra ya no era un juego de estrategia de militares, era la de una nación entera contra otra, fue la guerra total, lo que se llamó la Gran Guerra.

De aquellos 20 a 30 millones de muertos no aprendimos nada, en lugar de servir de escarmiento y limitar las ambiciones humanas, sirvió de modelo a seguir, aquellas atrocidades han sido, y siguen siendo superadas. El modelo actual de globalización de la producción, comercio y capital acentúa la rivalidad entre los bloques mundiales de poder. Pero además, los holdings transnacionales diseñan la hoja de ruta de los Estados y las clases elitistas canalizan la voluntad de los “pueblos soberanos”: educando a las masas con des-conocimientos y asignando estatus social y económico a los voceros. Nunca aprenderemos.

Luis Perant Fernández


FRANCISCA-MEDITERRÁNEO-ALICANTE