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jueves, 22 de agosto de 2013
CARTA ABIERTA AL JUEZ LUIS ALÁEZ
A principio de este año 2.013, dije en este blog que no escribiría durante todo el año. Sé que he fallado a mi palabra, pero no puedo callar ante tal injusticia. Primero, injusticia por la muerte de 79 personas inocentes, y segundo, por el linchamiento mediático organizado por el poder para culpar, desde el primer día, exclusivamente al maquinista.
CARTA ABIERTA AL JUEZ LUIS ALÁEZ
No
pretendo influir en su trabajo, porque el profesional de la Justicia es usted.
Pero yo como profesional en la conducción de trenes durante 27 años y 2 meses,
me veo en la obligación de aportarle datos para que usted pueda juzgar
plenamente a los presuntos culpables del accidente ferroviario de Santiago.
En
las últimas décadas, la inversión en seguridad ferroviaria en todo el mundo
podría cuantificarse en miles de millones de euros. La tecnología de frenado
automático y ayuda en la circulación de trenes necesita cuantiosos dispositivos
en la infraestructura ferroviaria y también en los trenes. Esta necesidad de
seguridad obedece a criterios racionales y no a criterios discrecionales.
La
tecnología se ha desarrollado y aplicado en función de una demanda creciente de
viajeros. A mayor circulación de trenes y mayor velocidad, pues mayores riesgos
de accidentes, y por tanto, mayor inversión en sistemas de seguridad. Por
ejemplo, en una vía que sólo pasa un tren cada dos horas, un sistema de bloqueo
(seguridad) telefónico es suficiente. Es lo que ocurría hace 30 años cuando los
trenes circulaban a 80 Km/h. Es fácil de entender que hoy día ese sistema
telefónico no es válido para los trenes de cercanías, o el metro, de una gran
ciudad, donde circulan trenes cada tres minutos en una red saturada. Tampoco es
válido para trenes de última generación que pueden circular a más 300 km/h.
Es
demasiado ruin descargar toda la responsabilidad al maquinista. Según la
legislación laboral, la potestad organizativa del trabajo corresponde
exclusivamente al empresario, es decir que el trabajador se somete a los medios
tecnológicos y de seguridad que el empresario instala. El trabajador que no
obedece el reglamento y las condiciones establecidas no tiene cabida en la organización,
es sancionado y en última instancia es despedido. En este caso, Adif, Fomento o
la autoridad competente tendría su parte de responsabilidad por no haber
evaluado en su justa proporción la carga de trabajo del maquinista, con los
medios de seguridad proporcionado por Adif y necesarios para la seguridad de
los viajeros en la circulación de ese tipo de trenes.
A
ver si me explico bien para que los no ferroviarios entiendan lo que quiero
decir. Los medios de comunicación dicen una y otra vez que el maquinista se
despistó. Pues es falso. El maquinista de un tren de última generación tiene
que atender, y a veces responder, hasta más de 20 indicaciones u órdenes del
tren, o del puesto de mando de circulación, por minuto. Puedo asegurar que
todos los días que trabajé en estos últimos años tuve miedo, miedo de no ver
algún obstáculo en la vía porque no daba abasto a controlar y responder a todas
las órdenes, y eso que en los tramos que yo circulaba eran de cercanías y
subterráneos, y la velocidad máxima era de 80 km/h. Por tanto, no es inusual
que un maquinista descuide una señal o una orden, no porque se despiste, sino
porque puede darse una saturación de órdenes. Para estos casos, entre otros,
está la tecnología, para suplir los fallos humanos y asegurar la seguridad del
tren y de los viajeros.
En
todas las empresas ferroviarias existe un Comité de Seguridad en la Circulación
compuesto por representantes de los trabajadores y de la dirección de la
empresa. Puedo asegurar que la mayoría de ellos están cualificados. Pues bien,
este Comité sólo tiene competencias consultivas. Y cada vez que los sindicatos
piden competencias ejecutivas, los dirigentes "políticos" (sí
políticos, esos que no saben de ferrocarril pero controlan las inversiones con
las contratas ferroviarias) repiten una y otra vez: "la potestad
organizativa es de la empresa", lo que equivale a decir: "quién
decide las inversiones, aunque sean para la Seguridad, somos nosotros. ¿Quién
decidió que en este tramo de vía no era necesario un sistema de frenado
automático? Los profesionales ferroviarios y maquinistas, seguro que no fueron.
Se
ha desatado una campaña mediática de tal magnitud culpabilizando al maquinista
que si estuviésemos en el Medievo, el populacho ya lo habría quemado en la
hoguera. Tirando de los hilos que han costeado tal propaganda, podría usted
destapar la trama. Del accidente de Metrovalencia no aprendimos nada porque se
cerró en falso. Si este accidente de Santiago también lo cierra usted en falso,
esta tragedia estará condenada a repetirse.
Fdo.: Luis Perant
Fernández