No me creo que la población libia haya sido capaz de organizarse para derrocar el gobierno totalitario de Gadafi. No es que dude de la valentía del pueblo libio, pero es que me viene a la mente la imagen de los palestinos, enfrentándose con piedras al poderoso ejército israelí, y de verdad, no me lo creo. Todos sabemos que los estados totalitarios someten y controlan la población con una policía represiva y adiestrada, y la libia lo es, no le faltan medios materiales, económicos y directrices políticas. Los rebeldes han conseguido algo más que tirachinas. Tampoco me creo que las revueltas de Túnez, Egipto y Libia sólo tengan en común “el contagio del descontento popular”. Una Revolución de esta envergadura se planifica, más cuando pretende arrebatar el poder a una clase dirigente bañada en un mar de petrodólares. Este proceso tiene un principio y un fin. El fin es Irán y el principio, pues podía ser Túnez, y lo fue.
¿Por qué empieza en Túnez? Porque es el país árabe sin petróleo y más pacífico de la zona. ¿Recuerdan el ensayo de la 2ª Guerra Mundial en Guernica? Pues eso, Túnez ha sido el ensayo. Después el descontento de las masas se transporta a Egipto. Mira por donde, Egipto es dueño del canal de Suez, enclave estratégico para el abastecimiento de petróleo de Occidente y paso de las mercancías chinas. Algunas malas lenguas dicen que Mubarak quería aumentar el peaje de los buques. Inmediatamente después, la población libia encajada entre Túnez y Egipto, pues “espontáneamente” también se subleva. Algunas malas lenguas dicen, que Gadafi mima las multinacionales europeas y rusas en detrimento de las estadounidenses y que Obama recibe presiones para cambiar la situación. Pues tampoco me creo esas malas lenguas.
El enemigo número uno de Occidente es Irán. Y lo es por dos motivos, es una amenaza nuclear y es el “cabecilla” antisistema. Puesto que las presiones diplomáticas y el embargo comercial de Occidente no han conseguido doblegar al régimen iraní, pues sólo queda el ataque militar. Claro, que para que tenga éxito, la estrategia es fundamental. El control del canal de Suez es imprescindible para las mercancías, pero también para las tropas, y la historia reciente dice que Egipto siempre se ha alineado con el mundo árabe en las guerras contra Israel. Por otra parte, Irán abastece de petróleo a China y en caso de conflicto, Pekín tendrá que comprar en los mismos mercados que Occidente, y por ende, habrá escasez. Por ello, también es imprescindible asegurarse la producción de petróleo de Libia y Venezuela, porque tanto Gadafi como Chávez son aliados de Teherán. A semejanza de China, lo que menos importa es la democracia y los derechos humanos. Lo que importa es el sometimiento económico-militar de los países pro-iraníes. Si Gadafi acepta la nueva situación, hasta es posible que siga con su sistema feudal. En cuanto a Chávez, rápidamente se ofreció como mediador y se apresuró en declarar que si la inestabilidad continuaba en Libia, inevitablemente el precio del barril de crudo alcanzaría los 200 dólares y eso “no sería bueno ni para los compradores, ni para los productores. Eso equivale a decir que, en caso de conflicto generalizado, no aplicará ningún recorte en su producción.
China nunca se sumó a las sanciones internacionales contra Irán y Corea del Norte, y Rusia no renuncia a sus negocios con Libia e Irán. Pero con un reparto “generoso”, seguro que habrá consenso entre los militares chinos y las multinacionales occidentales para desnuclearizar Irán. El camino para una intervención militar contra la República Islámica de Irán está casi despejado. Sí me creo que una vez más, el negocio de la guerra acudirá al rescate de la economía mundial, que también es la nuestra.
Fdo.: Luis Perant Fernández