viernes, 24 de julio de 2015
POLÍTICA FÍSICA.
El principio democrático por
excelencia es “un ciudadano, un voto”. Sin embargo, el resultado de los
procesos electorales democráticos no refleja siempre la victoria de las
mayorías sociales reales. A ver si me explico. Si el proceso electoral se
ajustase al principio democrático estricto, los “partidos de los pobres” siempre
ganarían las elecciones, porque todos coincidimos en que, en todas partes, los
pobres son más numerosos que los ricos. Entonces, ¿por qué los partidos
representantes de las minorías ganan muchas veces las elecciones?, o ¿por qué
las Instituciones de la Unión Europea aplican políticas anti mayorías sociales?
Podríamos perdernos hablando de
cientos de ejemplos, y criticar o justificar según las ideologías aplicadas.
También es cierto que ninguna ley electoral es neutra, todas son interesadas y
partidistas, benefician a unos y perjudican a otros. Es decir, que modifican o alteran
el principio democrático de que todos los votos deben tener el mismo valor. Por
tanto, debemos plantearnos que nuestra democracia se rige por algo más que la suma
de votos.
Nuestro sistema democrático no es
puro, es un sistema democrático alterado para equilibrar las fuerzas sociales,
para consensuar una convivencia. La clase minoritaria acaudalada tiene pánico a
toda revolución que conlleve la pérdida de su capital y poder, y por tanto,
está dispuesta a ceder protagonismo político y repartir los frutos del capital
en “la mínima proporción” para evitar cualquier alteración de poder. Por la
otra parte, la clase trabajadora ha renunciado a las revoluciones sangrientas
de otras épocas y basa su lucha en conseguir un reparto más equitativo de la
producción y un Estado protector para los más débiles. Sólo por estas razones,
las alternancias en el poder son pacíficas y poco traumáticas, porque al margen
de las discrepancias, los adversarios se respetan. Cierto es, que unos y otros
cumplirán hasta que la otra parte rompa su compromiso.
Imaginemos que vivimos en un sistema
piramidal. En la base ancha estaría la población más pobre y numerosa, y según
vamos ascendiendo se colocan los ciudadanos por orden de ingresos. Cuanto más
arriba de la pirámide, encontramos menos personas pero con mayor fortuna y
status. Pues bien, dentro de esa pirámide están en continuo conflicto los
intereses de los ciudadanos y de sus grupos. Sin embargo, la sociedad vive en
aparente equilibrio, reina una paz consensuada porque la suma de esas fuerzas de
intereses se neutraliza en un punto dentro de la pirámide. Digamos que ese
punto de equilibrio es el punto de gravedad social resultante de las fuerzas
internas, a semejanza de las leyes físicas. Es decir, que el punto de gravedad,
o de equilibrio, se puede desplazar a voluntad por toda la pirámide si los
actores sociales alteran las fuerzas. Y según el lugar que ocupe ese punto de
gravedad dentro de la pirámide, pues beneficiará más a unos ciudadanos que a
otros, y sin romper el equilibrio consensuado. Cuanto más abajo se sitúe, más
beneficios obtendrán las clases altas, y cuanto más arriba, los más pobres. En
un proceso constituyente, ese punto de gravedad nunca será el término medio y siempre
determinará el sistema electoral.
Los actores sociales, políticos y
económicos maximizan sus beneficios no sólo en los procesos electorales, sino
también actuando sobre las fuerzas que les son favorables. Para ello, hay un
sinfín de herramientas que cada grupo de interés maneja con maestría y/o con
dinero, como son la legislación, la judicatura, la economía, la política, los
mercados, los lobbies, la huelga de capital, las privatizaciones, la calidad y
cantidad de trabajo, los partidos políticos, las ideologías, las religiones, la
educación, la cultura, los sentimientos nacionalistas, la huelga de trabajo, los
disturbios callejeros, la represión, los medios de comunicación, la opinión
pública con un ejército de líderes sociales, políticos, economistas,
empresarios, actores, sindicalistas, profesores, científicos, …
Si algún grupo de interés, en un
acto egoísta e irresponsable, expande en exceso las fuerzas que les son
favorables, a semejanza de la física el centro de gravedad social se desplaza y
puede situarse fuera del cuerpo, en este caso fuera de la pirámide. Esta acción
equivale a una ruptura del sistema político, a un suicidio colectivo y al fin de
la convivencia pacífica consensuada. La pirámide podría desmoronarse como un
castillo de naipes. La Constitución debería prevenir tal situación extrema y
peligrosa, por ejemplo dando competencias al Jefe del Estado. Tenemos que
preguntarnos si un Presidente de la República con las competencias adecuadas
para defender el Estado y la Constitución hubiese permitido que un gobierno partidista
desplazase el punto de gravedad social fuera de la pirámide, con el
consiguiente saqueo de las arcas públicas, el endeudamiento y el
empobrecimiento generalizado de los ciudadanos españoles.
Fdo.: Luis Perant Fernández
jueves, 9 de julio de 2015
¿POR QUÉ NO TE CALLAS?, MARIANO.
En todo
conflicto, los protagonistas defienden sus intereses, y es de suponer que en el
conflicto de la deuda griega, el gobierno del Partido Popular debe defender los
intereses de España. Pero el problema no es tan simple como algunos voceros del
PP quieren hacer creer. No se trata de unos descamisados que han vivido por
encima de sus posibilidades con dinero prestado, y a quiénes la Unión Europea
ha de darles un tirón de orejas para que paguen sus deudas. Es un discurso
pobre, inculto e ignorante. Es un discurso del miedo, miedo a hacer el ridículo
si Tsipras consigue de la Troika mejores ventajas para Grecia que las que
negoció el PP para España.
Los problemas
actuales de Grecia vienen desde la 2ª Guerra Mundial, la URSS y EE.UU se
reparten Europa. Grecia se encuentra en la frontera de ese reparto, y es
deseada por ambos bandos por su situación estratégica en el Mediterráneo. Por
diversas razones, que ahora no voy a abordar, Grecia queda del lado Occidental,
pero muchos griegos, y también Rusia, siguen pensando que aquel conflicto no está
cerrado. Como es lógico en toda negociación, los protagonistas sacan
rendimiento de sus ventajas. Y los griegos saben muy bien cuáles son sus armas
negociadoras: dejarse querer por los dos bandos.
Hay que dejar
claro que este conflicto no es económico, sino político. El PIB griego sólo representa
el 2% del total de la Unión Europea. El futuro de Grecia no se decidirá en
función de su situación económica sino de su decisión de mantenerse como miembro
de la UE y aliado de Washington, o de ponerse del lado de Rusia y China. Con el
“no” del pueblo griego, las implicaciones del referéndum van más allá del plano
económico e incluyen intereses políticos y estratégicos. Al gobierno griego ya
no le basta una refinanciación, quiere un cambio radical en la política
económica de la UE. Para atrincherarse en su postura, Tsipras amenaza a la Troika
con acercarse al tándem Rusia-China. Y aquí entra en juego Estados Unidos y la
OTAN. Obama ya ha manifestado estar “listo ante cualquier eventualidad”, ya que
un acercamiento de Grecia a la economía rusa pondría en peligro su pertenencia a
la OTAN, ya que Grecia es miembro activo de la Alianza Atlántica y pieza clave
en el control del Mediterráneo. El problema de la UE es doble, de una parte no
puede ceder a una quita o refinanciación de la deuda griega, y que el ejemplo cunda
hacia los demás países miembros endeudados, y de otra, la UE está presionada
por EE.UU. para que Grecia no salga de la zona euro.
Rusia, por su
parte, además de los lazos históricos y culturales que la unen con Grecia,
mantiene una estrecha relación política con el gobierno de Tsipras. El primer
ministro griego no se esconde para manifestar su oposición a las sanciones de
la UE contra Rusia y mantiene que “la nueva arquitectura de la seguridad
europea debe incluir a Rusia”. Putin necesita la colaboración griega para
construir su nuevo gasoducto y sacar su gas a las puertas de la UE. Las
pretensiones navales rusas en el Mediterráneo son “materia reservada”. También está
China con intereses comerciales en Grecia, ya que quiere convertir el puerto
del Pireo en un importante nudo de su red comercial.
Ante este
panorama, Grecia está en una posición negociadora privilegiada. Si no consigue
sus pretensiones dentro del euro, de la UE y de la OTAN, Rusia y China estarán
deseando acudir al rescate de la economía griega. El Banco de Desarrollo creado
por los países del grupo BRICS (Brasil, Rusia, China y Sudáfrica) y el Banco de
Inversiones para la Infraestructura Asiática creado por China, es una
alternativa al FMI, al Banco Mundial y a la supremacía del dólar y euro.
La competencia
entre los dos modelos (Occidente y países emergentes) podría ser beneficiosa si
la disputa se mantuviese exclusivamente en el terreno político y económico, ya
que la rivalidad puede ser sinónimo de superación. Por desgracia, en esta zona
del Mediterráneo, los dos bandos ya están enfrentados militarmente en guerras
delegadas (Libia, Siria, Irak, Ucrania). Y otras son sospechosas de iniciarse (segregación
de Voivodina de Serbia con implicación de la OTAN, UE, Croacia…). Serbia y
Grecia son para Rusia sus hermanos menores.
Fdo.: Luis Perant Fernández
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