Sin duda, estamos asistiendo a un cambio
de paradigma en las Relaciones Internacionales que nos está cogiendo a
contrapié a los europeos. Desde el final de la II Guerra Mundial, los europeos
hemos vivido muy cómodos bajo el paraguas de EE. UU, y ahora que ese modelo
llega a su fin, nos sentimos huérfanos. Pero tomar medidas precipitadas, igual
pueden hipotecar el futuro de la Unión Europea.
Las medidas económicas y políticas de
Tramp han desconcertado a todo Occidente, tanto a expertos como a novatos. Si
no queremos perdernos en elucubraciones, hay que pensar que Tramp toma ciertas
medidas como Presidente de EE. UU, y otras, como Presidente del Capital Globalizado.
La guerra de
aranceles de Tramp va encaminada a relanzar la producción industrial nacional
para mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos, aún a costa de pérdidas
económicas del Capital Globalizado. Claro que estas pérdidas serán amortizadas
como vamos a ver.
Occidente,
ahora llamado orden mundial unipolar, ya no es el centro del mundo. Los Bric’s,
capitaneados por China y Rusia, acaparan las materias primas, la producción, el
consumo y el capital, y pronto abandonarán el dólar como moneda de intercambio
internacional. Si EE. UU no para esta tendencia, Occidente perderá su
supremacía comercial, financiera y militar. Donald Tramp y su vigilante, Elon
Musk están tomando las medidas idóneas para que el Capital Globalizado
participe en el mundo Bric´s, ahora llamado orden mundial multipolar. Si eso
implica acercamiento a Rusia, aún a costa de abandonar a Europa, pues se
justifica ridiculizando a Zelenski y alarmando a Europa de la invasión rusa.
Con el cambio
climático, la ruta de la seda polar es ya una realidad comercial y una fuente
de ingresos de futuro. EE. UU tiene que participar en ese negocio si no quiere
descolgarse del liderazgo mundial. El Capital Globalizado obliga a EE. UU a
negociar con Rusia y adueñarse de Groenlandia para garantizar su participación
en esa nueva ruta comercial. La negociación con Rusia es elemental, la OTAN
deja de presionar las fronteras terrestres rusas a cambio de compartir la nueva
ruta de la seda. Rusia se beneficia de una ruta segura para dar salida a sus
materias primas. Ambas potencias salen beneficiadas.
La relación
con China es diferente, el Capital Globalizado se beneficia de la producción
china, pero tiene trabas para el libre comercio de sus multinacionales, ya que
el sistema comunista chino controla la inversión extranjera. EE. UU presiona afianzando
su alianza económica, y su presencia militar con Corea del Sur, Japón y
Filipinas, y apoyando la independencia de Taiwán. Otro punto inquietante es la deuda
estadounidense en manos chinas que es aproximadamente de 800.000 millones de
dólares en bonos del Tesoro de Estados Unidos. La reacción china a los
aranceles, bonos y apoyo a Taiwán es segura, pero su magnitud es una incógnita.
Mientras tanto,
los dirigentes de la UE deciden endeudarse aún más para frenar al invasor ruso,
aun sabiendo que EE. UU se acerca a Rusia, y que ésta dispone de armamento
hipersónico. Eso quiere decir que el arsenal de las fuerzas armadas de EE. UU
y la OTAN ya está obsoleto. Los incautos europeos seguiremos comprando la
energía cara para terminar de destruir la poca industria que nos queda, y el
armamento obsoleto a la industria armamentista privada estadounidense. La otra
opción es la que propone Macron, hacer del arsenal nuclear francés el arsenal
europeo, es decir un negocio redondo para la industria francesa.
El desastre de
la Unión Europea es la falta de una política común de todos sus miembros, de
una diplomacia común capaz de navegar entre las dos corrientes, de hacer
frente, o acercarse, cuando convenga, a cualquiera de los dos bloques. Se
impone una Tercera Vía Europea.
Firmado: Luis Perant
Fernández.