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Tren Turístico Limón Exprés (Benidorm-Gata de Gorgos). Ferrocarril Alicante-Denia.

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miércoles, 22 de febrero de 2012

POLÍTICA A PIE DE CALLE


"¡NO ME PEGUES, POR FAVOR, NO ME PEGUES!"

            ¿Recuerdan a Zapatero? Sí, ése que fue presidente, el culpable del desempleo y de la bancarrota del Estado. ¿Y Rajoy, lo conocen? Claro que sí, el actual presidente y salvador de la patria, el reformador que nos lleva por la senda de la recuperación, el pastor que nos guía hacia atrás, hacia los años felices de la abundancia y despilfarro. No sean despiadados, Zapatero no fue tan malvado, sólo escondió la verdad. Y no sean ilusos, Rajoy también sabe mentir. Los años de bienestar no volverán, y no volverán porque el modelo económico y de estado ha cambiado. Cuanto antes seamos consciente de la nueva situación, antes podremos reaccionar, o adaptarnos al nuevo modelo.

            La Constitución de 1978 fue un pacto, un acuerdo entre élites y sociedad. Todos cedieron para llegar a un consenso y todos salimos beneficiados. La Constitución consiguió un equilibrio de intereses que permitió una transición pacífica de la dictadura al estado democrático. Los partidos de izquierdas aceptaron la monarquía, la economía de mercado y el sistema electoral proporcional. En contrapartida, los partidos de derechas reconocían, entre otras cosas, la Negociación Colectiva como instrumento de la clase trabajadora para regular las relaciones laborales, y con rango de Ley.

            Pues bien, la Reforma Laboral de Rajoy desvirtúa la Negociación Colectiva, por mucho que pretendan disfrazarla, es una modificación sustancial del espíritu conciliador y equilibrado de la Constitución. Imagínese que durante el gobierno de Zapatero, la Banca privada se hubiese nacionalizado. Seguro que las élites financieras se habrían opuesto con todas sus fuerzas y medios a su alcance, y alegando una modificación del modelo de estado que surgió de la Constitución. Sin olvidar que la Unión Europea nunca lo permitiría porque es la que lleva la batuta. Por supuesto que hay cinco millones de parados y se impone una solución. Pero esta reforma laboral sólo conseguirá repartir el mismo trabajo entre más gente, es decir disminuir la productividad y los salarios. No puede generar riqueza porque aquí no se producirá nada nuevo.

            Europa impone sanear las cuentas de los Estados miembros porque dice que hemos vivido demasiado tiempo por encima de nuestras posibilidades, que tenemos que producir más barato, ganar menos y consumir menos servicios públicos. El ciudadano que quiera servicios de calidad en educación, sanidad, justicia, sistemas de previsión, etc., que acuda al sector privado y lo pague. En fin, nuestro estado del bienestar ya no está de moda, ahora lo rentable es la pseudodemocracia de los países emergentes y el totalitarismo chino. En estos países, las multinacionales imponen sus normas sobre materias primas y producción, y en la Unión Europea, sobre la libre entrada de manufacturas y la libre salida de capitales.

            Por supuesto que los ciudadanos y los grupos que se sienten atacados en sus intereses, deben exteriorizar su rechazo y manifestarse, pero no es suficiente porque la solución no está aquí. La solución pasa por transformar las Instituciones de la Unión Europea para que una Constitución europea garantice la convergencia de las élites y clases sociales europeas y garantice un modelo de estado equilibrado. Los sindicatos, tanto de empresarios como de trabajadores y todos los partidos políticos tienen el reto apasionante de construir el Estado Europeo democrático, el único que puede garantizar la justicia y la paz social tal como las entendemos. Lástima que una gran mayoría de políticos sólo trabaja por encargo y ahora toca defender los intereses de las multinacionales. Con razón, al finalizar la vida política, el premio es un cargo honorífico y bien remunerado en una fundación o multinacional. Queda poco tiempo para cambiar demasiadas cosas.